domingo, 6 de marzo de 2016

Enamórate de ti



Había una vez, entre hierbas y maleza, una rosa blanca. Era blanca como la nieve, sus pétalos parecían de terciopelo y el rocío de la mañana brillaba sobre sus hojas como cristales resplandecientes. Ella no podía verse, por eso no sabía lo bonita que era. Pasó los pocos días que fue flor hasta que empezó a marchitarse sin saber que a su alrededor todos estaban pendientes de ella y de su perfección: su perfume, la suavidad de sus pétalos, su armonía. No se daba cuenta de que todo el que la veía tenía elogios hacia ella.
Las malas hierbas que la envolvían estaban fascinadas con su belleza y vivían hechizadas por su aroma y elegancia.
Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando cuantas cosas bonitas nos regala la naturaleza, cuando de pronto vio una rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que empezaba a marchitarse.

- Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará mustia. La llevaré a casa y la pondré en aquel jarrón tan bonito que me regalaron. Y así lo hizo. Puso la rosa marchita en agua, en un lindo jarrón de cristal de colores y lo acercó a la ventana.

- La dejaré aquí, pensó- porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía es que su reflejo en la ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma que jamás había llegado a conocer.

- ¿Esta soy yo?, se preguntó la rosa – Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se fueron enderezando y miraban de nuevo hacia el sol y así, lentamente fue recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo totalmente restablecida vio, mirándose en el cristal, que era una hermosa flor y pensó: ¡vaya! ¿cómo he podido estar tan ciega? La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin mirarse bien a sí misma para saber quién era en realidad.

Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tu alrededor y mira siempre dentro de ti.


¿Alguna vez os habéis sentido como la protagonista de esta historia? Seguro que sí, porque todos tenemos días en los que no nos reconocemos, en los que estamos bajos de ánimo.
Afortunadamente este estado dura poco porque siempre contamos con alguien que nos coloca delante del espejo y nos hace ver quiénes somos en realidad. Pero… ¿sabéis quién es la persona que más os puede ayudar? Vosotros mismos.
¿Os suena la palabra autoestima? La autoestima es la imagen que tenemos de nosotros mismos. Tenemos que intentar mantener nuestra autoestima alta, valorándonos y apreciándonos. 
En ocasiones nos encontraremos con personas que intentarán cambiar nuestra personalidad, pero no tenemos que hacer caso, porque nuestra personalidad es la que nos hace únicos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Las personas que nos conocen, nos quieren y nos aprecian nos van a aceptar tal y como somos sin intentar cambiarnos. 
Hace unos meses, en clase, pudisteis ver en una caja a la mejor persona que existía en el mundo ¿recordáis quién estaba dentro de la caja? 
Esa persona es a la que tenéis que cuidar, valorar y querer siempre y si algún día no lo lográis mirad a las personas que os rodean porque os recordarán lo mucho que valéis.

Por último queremos compartir con vosotros una frase relacionada con este tema: 

“Mi felicidad siempre depende de alguien…y ese alguien soy yo”.



¡FELIZ DOMINGO!


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