Una semana después, toca reflexionar.
En esta última excursión a Matallana,
todos hemos aprendido un poco más y nos hemos llevado cosas con nosotros. Y es
que en eso consisten precisamente los viajes, en vivir experiencias que nos
aporten algo. En realidad, no
necesitamos desplazarnos a 1000 km de nuestra ciudad ni tampoco necesitamos una
gran cantidad de dinero para ello. Cada uno tiene su destino y su razón, y cada
edad tiene su estilo. No se viaja igual a los 12 años, a los 20 o a los 50.
Viajar es moverse, y eso lo podemos hacer por nuestro entorno, siempre y cuando
mantengamos los “ojos viajeros”
abiertos, para observar bien todo lo que nos rodea. Cada vez que viajamos, nos enfrentamos a
nuevos lugares y conocemos a personas diferentes. Cuando viajamos, ya sea solos
o acompañados, una parte de ese lugar queda siempre con nosotros y poco a poco,
viaje a viaje, vamos conociendo mejor otras ciudades, otras culturas y a
nosotros mismos. Como muchos habéis
sentido esta vez, al volver de cada viaje, es inevitable revivir esos momentos,
echar de menos lo que en ese lugar has vivido y quedarte con ganas de
prolongarlo, repetirlo, de volver a empezar.
Sólo queda recordarlo
como lo que fue y… preparar el siguiente.
Que morro!!! A Matallana la llana!!!! Un abrazo muy fuerte desde el mar!!
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